“La fe es como
una chispa y Jesús como la pólvora de la dinamita.” – Joseph Prince
¿Alguna vez este
razonamiento también se ha colado en tu cafetera mental?
Jesús dijo que
si yo tuviera fe tan pequeña como un grano de mostaza, podría decirle a la montaña:
“Muévete” y la montaña se movería, que ¡nada me sería imposible!
Jesús, tengo un
conflicto: ¿Será que mi medida de fe es tan pequeña que no alcanza a la talla
de mostaza? Le hablo a la montaña, oro por la montaña, y ella campante y
sonante con si nada.
¿Por qué a otras
personas le funciona su fe y a mí no? ¿Por qué otras personas parecen tener
trato VIP contigo, y yo no? … Ayuda mi incredulidad
De pronto nunca
has tenido una conversación tan pintoresca como esta con Dios, pero si te has
sentido frustrada, desanimada, cansada, rechazada y deseosa de enganchar la
toalla. Puede que hasta hayas jugado al juego de la auto-descalificación
diciéndote a ti misma: “Definitivamente las promesas de Dios son para personas
maduras en la fe y emocionalmente estables, no para una persona tan vulnerable
e imperfecta como yo.”
Eso no es
verdad, sino preguntémosle a la Mujer Samaritana a ver que nos dice…
El tamaño de la fe importa poco, cuando por más pequeña que esta sea esté puesta en Jesús.
Generalmente los
mejores regalos de Dios vienen en forma de semillas y la fe es uno de ellos.
Cuando la sembramos en la tierra fértil de su amor y su gracia, da su fruto al
ciento por uno.
Muchas veces nos
desesperamos en la brecha que divide nuestra montaña con la promesa de Dios,
olvidando que es precisamente en ese intervalo donde nuestra fe germina—poco a
poco, pasito a pasito, sin apuros, aprendiendo a reposar en Él, absorbiendo los
nutrientes de la tierra (Jesús), regándonos en su amor y exponiéndonos a la luz
de su verdad (su palabra).
“No es mi habilidad, pero mi respuesta a la habilidad de Dios lo que cuenta” – Corrie Ten Boom
La clave está en
Jesús, no en la profundidad de mi fe.
La clave está en
su habilidad, no en la mía.
La clave está en
reposar mi corazón en su verdad y no en todos los razonamientos humanos que
aterrizan en mi mente y me roban la paz.
La clave está en
creer con la simpleza e ingenuidad de una niña, por encima de mi estado de
ánimo.
Amiga, un pasito
de fe, te lleva a otro pasito de fe—cree que Jesús te ama, aunque no lo
sientas; cree en su abundante gracia, aunque sepas que no la mereces; cree que Jesús te ha hecho justa, a pesar de tus errores; cree en su
perdón, aunque te sientas culpable.
Cree en su amor por
ti, cree en su misericordia, cree en lo valiosa que eres para Él, cree, cree,
cree, y verás tus gigantes caer a tus pies—no en fuerzas humanas, sino por el poder de Dios.
“Les aseguro que si tuvieran una confianza tan pequeña como un grano de mostaza, podrían ordenarle a esta montaña que se moviera de su lugar, y los obedecería. ¡Nada sería imposible para ustedes!” – Jesús
Feliz Semana,
Sandy