sábado, noviembre 26, 2016

SI MIS ZAPATOS HABLARAN









 “Hace falta fe para sobrevivir en silencio. La fe es probada en silencio, en tiempos donde sientes que Dios te está ignorando.” – T.D. Jakes








Probablemente has escuchado el pensamiento que dice “las crayolas rotas todavía pintan”, refiriéndose a que las adversidades que encontramos en el camino no deberían ser un obstáculo para comenzar de nuevo y vivir cada día con propósito; pero yo prefiero decir que las crayolas rotas pintamos muchísimo mejor que las demás, ¿sabes por qué? Porque la experiencia supera el conocimiento, y la sabiduría se adquiera a través de tropiezos, caídas, fracasos y dificultades.

En este viaje que llamamos vida, cada cierto tiempo nos toca atravesar desiertos, navegar el Océano Atlántico en una hoja de plátano, darle alojamiento a la soledad, tomar té con la depresión… la salud se quebranta, la tristeza nos visita, la ansiedad nos sofoca, las heridas del pasado reviven, los temores nos paralizan, las relaciones se acaban, y terminamos en un mundo incoloro, insípido y hecho pedazos.


Por lo general nuestras mayores victorias tienen como materia prima nuestras heridas más profundas. Dios tiene una manera peculiar de reciclar nuestras lágrimas.


Todo es cuestión de perspectiva. Me explico: podemos medir el tamaño de la montaña de acuerdo a nuestra capacidad humana o de acuerdo al poder de Dios. Si lo hacemos en nuestras propias fuerzas, lo más probable es que nos mareemos, dándole vuelta a la misma montaña una y otra vez sin ver resultados.

En cambio, cuando comparamos nuestra montaña con Dios, nuestros gigantes se reducen a la categoría de mosquitos. Obviamente, a nuestros ojos humanos sigue siendo un problema, pero frente a Dios es inexistente, porque para Dios no hay nada imposible.

Cuando nuestro enfoque está en Dios, no solamente caminamos sobre las olas de la adversidad, también aprendemos a bailar sobre ellas, independientemente de nuestras emociones, de nuestro estado de ánimo y de nuestras circunstancias—no porque negamos la existencia del problema, sino porque decidimos soltarlo en las manos de Jesús, descansar en su fidelidad, en su gracia y en su amor incondicional por nosotras.


Más Jehová está conmigo como un poderoso gigante.


-Jeremías 20:11 


Y es precisamente en saber que nuestro avance no depende de nuestros sentimientos, sino de nuestra convicción en Dios lo que realmente nos permite avanzar, crecer y vencer…

No importa el tamaño de la montaña ¡Jesús es más grande que mi montaña!

No importa la imposibilidad de mis circunstancias ¡Para Dios no hay nada imposible!

No importa la voz persistente del temor ¡Jesús es más grande y  lo venció en la cruz!

No importa los fracasos del pasado ¡Jesús hace todas las cosas nuevas y ofrece nuevas oportunidades!

Si mis zapatos hablaran, que hablen la historia de mi quebranto, de mis noches en vela, de mis heridas, caídas y temores. Que cuenten en detalle la manera poderosa en que Jesús contestó mis oraciones, sanó mis heridas, enjugó cada una de mis lágrimas y transformó cada uno de mis fracasos en trofeos de su gracia.

Que hablen con elocuencia y autoridad, recordándole a todos los presentes que las crayolas rotas pintan muchísimo mejor que todas las demás.


… y convertiré el valle de la Desgracia en el paso de la Esperanza.

-Oseas 2:15


Amiga querida, donde has estado nunca será más importante que adonde Dios quiere llevarte. Pon tu mirada en Jesús, independientemente de tu estado de ánimo y la dificultad que te rodea. Descansa en su regazo, a la luz de su amor por ti… ahí serás vestida de sus promesas, las cuales te sostendrán y te darán alas para volar.
 

 
¡Feliz Semana!

Sandy