Esperanza es esa
palmadita en el alma que en medio de la dificultad nos visita con una sonrisa y
nos dice, "sigue creyendo, avanza, lo mejor está por llegar".
Palabras de uso
cotidiano que generalmente decimos por costumbre y no necesariamente
conscientes de su trascendencia:
Si Dios quiere…
Con Dios delante…
Con el favor de
Dios…
Compramos los
tickets desde Octubre para ir a visitar a la familia en Diciembre y cuando
hablamos con ellos le decimos: ¡Si Dios quiere vamos a pasar esta Navidad juntos!
Preparamos maleta, los regalos, la ropita de invierno —que
si la bufanda, que si las botas, que si un sombrerito de lana… en fin, disfrutamos
cada detalle del viaje con las expectativas a millón por hora.
¡Dios quiere que
tengamos esa misma actitud en cuanto a sus promesas! Porque Él quiere, porque
Él va delante de nosotras, porque contamos con su favor, y sencillamente porque
su palabra es LA VERDAD, punto.
¡Claro! Yo
entiendo que del dicho al hecho hay mucho trecho, porque una cosa es creer que
Dios puede hacerlo y otra muy distinta creer que Dios puede hacerlo en mi vida,
conmigo, por mí y en el marco de mis circunstancias.
¡Levanten sus
tazas de café las que han estado parqueadas en esa avenida! Si me permiten yo
levanto la taza, la cafetera y la vajilla completa.
De la mano de Jesús el viaje se hace más importante que mi puerto de llegada.
El trecho no
necesariamente es bonito y placentero, más bien es un tiempo de estiramiento
espiritual donde aprendemos a conocer a Jesús por experiencia y no a través de
nuestros temores, nuestros patrones de creencias equivocadas o por desaciertos y opiniones
de otras personas.
El trecho es la
parte del camino que conecta nuestro desierto con nuestra tierra prometida. Es
el lugar donde nuestras partes más vulnerables son embestidas por su amor y
selladas con su gracia.
Donde Jesús nos
abraza hasta que nos sintamos seguras de su perdón, de su aprobación, de
nuestra identidad en Él, y así decir las
mismas palabras del salmista:
El Señor es
compasivo y justo; nuestro Dios es todo ternura… estaba yo muy débil, y Él me
salvó. ¡Ya puedes alma mía, estar tranquila, que el Señor ha sido bueno
contigo!
“Pero cuando dependes de la gracia de Dios— Su favor gratuito e inmerecido hacia ti, es cuando Sus promesas se hacen seguras en tu vida.” –Joseph Prince
Amiga, las
promesas de Dios están respaldadas por el honor de su nombre. Su palabra es el
único terreno seguro donde puedes soñar, volver a comenzar, construir tu vida y
llenarte de esperanza sin temor a ser avergonzada.
Si Dios lo dice, cree
que lo hará en tu vida, contigo, en ti, y por encima de las circunstancias que
te rodean. Porque Dios es Dios— soberano sobre todas las cosas visibles e
invisibles y tú eres su princesa. ¡No lo olvides!
Feliz Semana,
Sandy