sábado, octubre 15, 2016

ELLA TIENE FUEGO EN SU ESPÍRITU Y GRACIA EN SU CORAZÓN








“El momento más difícil de tu vida podría ser al borde de tu tierra prometida.”
-Christine Caine




Me encontraste en cadenas, incapaz de moverme, hablar, ayudarme o defenderme. Viste belleza en mí cuando aún estaba en harapos, y no vacilaste en abrazarme en mi peor momento.

Saliste a mi encuentro anhelando mi regreso, feliz de volverme a ver, emocionado de tenerme otra vez entre tus brazos.

Al principio no entendía lo que estaba sucediendo, pues esperaba tu rechazo y desaprobación, pero poco a poco me perdí en la dulzura de tu mirada y en el jardín de paz que tus palabras sembraban en el desierto de mi corazón.

 “Emmanuel… Emmanuel… Emmanuel”, me dijiste una y otra vez—afirmando mi vida en la seguridad de tu presencia, calmando la ansiedad que había en mi interior. 

Confrontaste con tu mirada mis temores y les dijiste, “¡Déjenla en libertad! Ella es mía y yo la amo. Es mi princesa perdida y al fin la he encontrado. ¡Suéltenla, es mía! 

Mis adversarios huyeron despavoridos ante la autoridad de Su voz.



“Solo él es mi refugio, mi lugar seguro; él es mi Dios y en él confío.” 
– Salmo 91:2



Me quedé postrada frente a mi Salvador—el dueño de mi alma, el que me hace feliz, el que me devolvió la sonrisa, el que me hizo bailar una vez más sin vergüenza en mi mirada, sin timidez en mis pisadas. 

Me tomó entre sus brazos, me besó en la mejilla, me atrajo hacia su pecho, y entre mimos y palabras de afirmación susurró  a mí oído, “No te imaginas cuanto he anhelado este momento.” 

Me llevó a su casa, lugar en el que siempre había soñado estar y el que Él llama Su Trono de Gracia. 

Personalmente se tomó el tiempo de limpiar y sanar cada una de mis heridas—con mucho cuidado y paciencia vendó las llagas de mi corazón mientras dulcemente me decía, “No te preocupes, dentro de poco estarás bien. No te mortifiques ni pierdas la fe si sientes que el proceso de recuperación duele más que la herida misma; es un proceso de transición nada más. Tranquila, estaré siempre a tu lado."



“Con sus plumas te cubrirá y con sus alas te dará refugio. Sus fieles promesas son tu armadura y tu protección.” – Salmo 91:4



El proceso ha sido largo y en muchas ocasiones muy doloroso, pero su presencia nunca se ha apartado de mí. Sus promesas son mi baluarte y en la seguridad de Su amor encuentro la fórmula perfecta de reposo, aun en medio del viento recio de mis circunstancias.

Amiga, cada día cuando me siento en la mesa a compartir con Jesús puedo ver su cara de satisfacción y alegría al traer a otra de sus princesas heridas en batalla. Hoy nos dijo que tú eres la próxima en llegar… está feliz de salir a tu encuentro, de abrazarte con su gracia, vestirte de justicia y de ser tu Emmanuel—Dios contigo. 



“Cuando me llamen, yo les responderé; estaré con ellas en medio de las dificultades.
 Las rescataré y las honraré. Las recompensaré con una larga vida y les daré mi salvación.” 
– Salmo 91:15-16



Las mismas manos que multiplicaron los panes y los peces son las mismas que salen a tu encuentro, que te sostienen, te abrazan, te cuidan y defienden. Descansa en esta verdad.


¡Feliz Semana!

Sandy