sábado, septiembre 03, 2016

¿QUIÉN TE CANTA AL OÍDO?






Mi dialogo interno debe ser una transmisión en vivo de la opinión de Jesús; no un disco rayado de mis miedos, inseguridades y desaciertos.






Para ser exactos fueron 4,380 días…

No sabemos su nombre, pero a juzgar por sus actos se me ocurre llamarla Valentina, cuyo significado es fuerte y saludable. Podría parecer irónico, pero no lo es. Acompáñame a conocer un poco más de esta heroína anónima.

Físicamente: Enferma. Llevaba doce años con una hemorragia continua. ¿Te imaginas tener la menstruación por tanto tiempo? Seguramente se sentía débil, quizás sufrió de anemia o le dolía mucho la cabeza…quien sabe.

Emocionalmente: Gastada. Sufrió muchísimo en manos de diferentes médicos y para colmo, ninguno pudo ayudarla.

Económicamente: En quiebra. Perdió todo su dinero en tratamientos que no sirvieron para nada.

Socialmente: Rechazada. Culturalmente, en su época, cuando la mujer tenía flujo de sangre era considerada impura, no era bien vista andar entre la gente y para colmo, hacía impuro todo lo que tocaba.

Valentina tenía razones válidas para sentirse miserable, para caer en un círculo de conmiseración y bailar at ritmo de su realidad. Pero no lo hizo.

Pudo ser realista, aceptar sus circunstancias y ser un eco de la vulnerabilidad de sus emociones. Pero no lo hizo.

Aunque su mundo exterior estaba de cabeza, aunque su estado de ánimo no era el mejor, su dialogo interno era una fuente de esperanza que apuntaba hacia Jesús. La clave de su victoria se encuentra en lo que ella pensó para sí misma:

“Si al menos logro tocar su manto, quedaré sana”

-Mateo 9:21

 

Una mujer con los ovarios bien puestos. Su deseo de avanzar, su anhelo de encontrarle una solución a su problema era diez mil veces mayor que sus circunstancias, su estado de ánimo, y la crítica y opiniones de los demás.

Salió de su casa, se coló en medio de la multitud que seguía a Jesús y por detrás tocó el fleco de su túnica.

Se me ocurre imaginarme la cara de la gente a su alrededor que conocían su historia y sabían perfectamente que ella había violado todas las reglas, pero lo que pasó después nos deja en shock… 

Jesús se dio la vuelta, cuando la vio le dijo: ¡Ánimo, hija! Tu fe te ha sanado

-Mateo 9:22


¡Y valentina quedó sana en ese mismo instante!


Amiga de mi corazón, hay momentos donde nosotras mismas tenemos que animarnos, recoger nuestros pedacitos y correr a los brazos de Jesús— aunque nuestras emociones y circunstancias vayan en vía contraria.

No importa cuántas veces vayamos a la iglesia, cuantos capítulos de la Biblia leamos, cuantas predicas escuchemos, ni cuántos libros cristianos adornen nuestra mesita de noche. ¡Nuestra victoria se encuentra cuando sintonizamos nuestros pensamientos y nuestro dialogo interno con la opinión de Jesús! El autor y consumador de nuestra fe.

Si Jesús dice que me ama, entonces yo soy amada.

Si Jesús dice que soy sana, entonces yo soy sana.

Sí Jesús dice que su Gracia es suficiente, entonces su Gracia es suficiente y su poder se manifiesta magistralmente en mis debilidades.

Si Jesús dice que está conmigo, entonces aunque mis sentimientos me hagan sentir que estoy sola, no lo estoy, porque Jesús lo dice.

Sí Jesús dice que todos mis pecados han sido perdonados y que no hay condenación para mí, entonces soy libre de toda condenación.

Si Jesús dice que soy su hija y que mi identidad está en Él, entonces no soy lo que pienso de mí misma, sino lo que Jesús dice de mí.

Si Jesús dice ¡Ánimo, Hija! Tu fe te ha sanado, entonces que no se hable más del tema, porque soy sana—fisica y emocionalmente, aunque mis circunstancias digan lo contrario.

Nuestro dialogo interno debe ser una transmisión en vivo de la opinión de Jesús; no un disco rayado de nuestros miedos, inseguridades y desaciertos.


¿Amén? ¡Amén!


Feliz Semana,

Sandy