Cual girasol
encantado con la sonrisa del sol, tu gracia me sostiene con firmeza— bañándome
en tu amor, sembrando belleza en cada una de mis heridas.
“¡El mismo que
sostiene el universo, sostiene mi vida!”
Fueron sus últimas
palabras antes de estrellar la puerta en las narices a un grupo de visitantes
indeseados, entre los que se encontraban Temor, Preocupación y Duda.
Diariamente hace
lo mismo. Con firmeza, determinación y segura de cada una de sus palabras,
espanta a estos forasteros desde el lugar de reposo donde una vez recibió su
libertad,donde encuentra reposo su alma.
Por mucho tiempo
fue marioneta de cuanto pensamiento aterrizaba en su cabeza. Manipulada por
cada historieta de terror que el miedo le contaba—memorias ahogadas en
vergüenza, cuentos cargados de dudas, leyendas que alimentaban su preocupación,
que la hacían vulnerable y la ahogaban en ansiedad.
Así transcurrían
sus días, en un calabozo triste y oscuro, donde la esperanza brillaba por su
ausencia, donde una sonrisa fingida acompañada con un “todo está bien” tenía la
magia de disipar su carga interna aunque sea por unos instantes.
Pero todo cambio
el día que su miseria fue interrumpida por el único con autoridad para hacerla verdaderamente
libre . Ante su imponente presencia, sus angustiadores no tuvieron más
alternativa que implorar misericordia y salir corriendo como ratones
asustadizos y cobardes.
Nuestra arma más poderosa se encuentra en sabernos amadas por Jesús y ser receptivas a su amor incondicional por nosotras.
La única
persona autorizada para definirnos es
Dios. Él nos ama en nuestro momento más oscuro. Nos ama cuando creemos que no
hay esperanza. Nos ama en medio de nuestros errores y fracasos. Nos ama cuando
creemos no merecer su amor.
Y es precisamente
cuando nos rendimos a ese amor que reta nuestro limitado entendimiento, donde
encontramos la libertad y el descanso que siempre hemos anhelado.
“El amor de Dios es el factor principal en nuestra sanidad emocional.”
-Joyce Meyer
El amor de Jesús
te levanta, te restaura, te fortalece. En su amor descubres tu verdadera
identidad, lo cual te hace caminar con la frente en alto segura de tu posición
y valor.
El amor de Jesús
es como una hamaca donde tu alma encuentra reposo, donde eres premiada
gratuitamente por su abundante gracia y el regalo de su justicia.
Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y la gracia que él me concedió no fue infructuosa
– 1Corintios 15:10
Y a medida que
permites que el amor y las palabras de afirmación de Jesús sean la única verdad
que gobierne tu mente y tu corazón podrás también decirles a esos visitantes
indeseados “El mismo que sostiene el universo, sostiene mi vida.”
¡Bajo su gracia
todas tus necesidades son satisfechas!
¡Feliz Semana!
Sandy