sábado, septiembre 17, 2016

EN LA HAMACA DE DIOS






Cual girasol encantado con la sonrisa del sol, tu gracia me sostiene con firmeza— bañándome en tu amor, sembrando belleza en cada una de mis heridas.


 


“¡El mismo que sostiene el universo, sostiene mi vida!”

Fueron sus últimas palabras antes de estrellar la puerta en las narices a un grupo de visitantes indeseados, entre los que se encontraban Temor, Preocupación y Duda.

Diariamente hace lo mismo. Con firmeza, determinación y segura de cada una de sus palabras, espanta a estos forasteros desde el lugar de reposo donde una vez recibió su libertad,donde encuentra reposo su alma.

Por mucho tiempo fue marioneta de cuanto pensamiento aterrizaba en su cabeza. Manipulada por cada historieta de terror que el miedo le contaba—memorias ahogadas en vergüenza, cuentos cargados de dudas, leyendas que alimentaban su preocupación, que la hacían vulnerable y la ahogaban en ansiedad.

Así transcurrían sus días, en un calabozo triste y oscuro, donde la esperanza brillaba por su ausencia, donde una sonrisa fingida acompañada con un “todo está bien” tenía la magia de disipar su carga interna aunque sea por unos  instantes.

Pero todo cambio el día que su miseria fue interrumpida por el único con autoridad para hacerla verdaderamente libre . Ante su imponente presencia, sus angustiadores no tuvieron más alternativa que implorar misericordia y salir corriendo como ratones asustadizos y cobardes.


Nuestra arma más poderosa se encuentra en sabernos amadas por Jesús y ser receptivas a su amor incondicional por nosotras.

 


La única persona  autorizada para definirnos es Dios. Él nos ama en nuestro momento más oscuro. Nos ama cuando creemos que no hay esperanza. Nos ama en medio de nuestros errores y fracasos. Nos ama cuando creemos no merecer su amor.

Y es precisamente cuando nos rendimos a ese amor que reta nuestro limitado entendimiento, donde encontramos la libertad y el descanso que siempre hemos anhelado.


“El amor de Dios es el factor principal en nuestra sanidad emocional.”


-Joyce Meyer

 


El amor de Jesús te levanta, te restaura, te fortalece. En su amor descubres tu verdadera identidad, lo cual te hace caminar con la frente en alto segura de tu posición y valor.
El amor de Jesús es como una hamaca donde tu alma encuentra reposo, donde eres premiada gratuitamente por su abundante gracia y el regalo de su justicia.


Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y la gracia que él me concedió no fue infructuosa 

– 1Corintios 15:10

 


Y a medida que permites que el amor y las palabras de afirmación de Jesús sean la única verdad que gobierne tu mente y tu corazón podrás también decirles a esos visitantes indeseados “El mismo que sostiene el universo, sostiene mi vida.”

¡Bajo su gracia todas tus necesidades son satisfechas!


¡Feliz Semana!

Sandy