sábado, julio 02, 2016

¡FLORECE!










Nos maravillamos en la belleza de la mariposa, pero rara vez admitimos los cambios por los cuales tuvo que pasar para lograr tal belleza. – Maya Angelou








En cuestión de vestidos de novia es prácticamente imposible encontrar a la primera el que ajuste a la medida— súper normal probarse diez trajes y cuando finalmente se encuentra el ganador, hay que alterarle hasta la etiqueta para que entalle a la perfección. Un proceso agotador, pero a la vez fascinante y mágico.

En agricultura, el sembrador se asegura de plantar la semilla en tierra fértil y espera pacientemente el día de la cosecha. Así que fielmente riega el campo, a la expectativa de una siega próspera y abundante.

El plano espiritual no es la excepción; existe un tiempo de espera que parte desde que decidimos alinearnos con la verdad de las promesas de Dios hasta su cumplimiento en nuestras vidas—una estación de transición, de cambios, de metamorfosis— con sabor a desesperación, a desánimo, a Dios me ha olvidado y a me quedé atorada en este desierto… Respira profundo, sonríe y dime que yo no soy la única, que tú también te identificas conmigo.



Sin transición no hay transformación



Es muy importante diferenciar la manera de cómo me siento de lo que realmente está sucediendo. Cuando mido lo que Dios está haciendo en mí de acuerdo a la vulnerabilidad de mis sentimientos, corro en riesgo de quedarme atrapada en un círculo vicioso de duda y  conmiseración — ¿Será que sí? ¿Será que no? ¿Será que Dios está enojado conmigo? ¿Será que no hay esperanza para mí?  Y veinte mil argumentos más, llenos de temor e inseguridad.

Me encanta como lo dice Christine Caine en su libro Unashamed: “Cada vez que estoy frente a una nueva puerta— revelada para mí por la misericordia y la gracia de Dios— tengo la opción de quedarme atascada o seguir en movimiento.”

Regularmente creerle a Dios es caminar en vía contraria a nuestros sentimientos y razón, por eso no debemos basar la efectividad de Sus promesas de acuerdo a nuestro “yo-yo” emocional, sino en la verdad de que Él siempre cumple lo que promete,  independientemente de mi estado de ánimo.



No temas, Sión, ni te desanimes, porque el Señor tu Dios está en medio de ti como guerrero victorioso…te renovará con su amor.

-Sofonías 3:16-17 (NTV)



Sacúdete esa actitud de duda y dale “delete” a ese CD mental. Mira el versículo que acabamos de leer y donde dice “Sión”, pon tu nombre… ¿lo hiciste? ¿Viste que verdad más poderosa?  Los procesos de transición son el gimnasio de nuestra fe, es el lugar donde recibimos revelación fresca, donde somos plantadas en su gracia y regadas con el poder de su amor.



Jesús reescribe el libreto de mi vida con tinta de gracia.



Jesús no murió en la cruz para que estés ansiosa, deprimida, temerosa, avergonzada y ahogada en la duda. ¡No y mil veces no! Jesús murió para darte una nueva oportunidad, para vestirte de dignidad y fortaleza, para darte vida en abundancia, para que en Él vivas cada día con propósito y significado. Así que límpiate esas lágrimas y decide validar la opinión de Dios. Coopera con el proceso.

Como la novia que espera con maripositas traviesas en el estómago el día de lucir su atuendo, así mismo espera el cumplimiento de las promesas de Dios en tu vida. Como el agricultor que siembra su semilla con la seguridad de  una siega próspera y abundante, ¡FLORECE!



Feliz Semana,

Sandy