Fe es la manera de
decirle a Dios, “aunque no entienda ni me guste, al final todo saldrá mucho
mejor que mis sueños y anhelos más absurdos e irracionales”.
Lejos de la
perfección, de circunstancias deseadas, de emociones correctas; justo cuando
estoy a punto de darme por vencida, de pensar que mis oraciones no han sido
escuchadas, por creer que estás enojado conmigo o simplemente no creerme merecedora
de tu misericordia, interrumpes mi silencio y me dices lleno de amor y
autoridad, “Emmanuel”.
No puedo negarte
que esperaba un dialogo más elocuente, pero volviste a decirlo, “Emmanuel”; lo
repetiste una y otra vez hasta que me quedé dormida en tu regazo. Por primera
vez mi corazón degustó la exquisitez de la paz que solo se encuentra en tu
presencia.
Emmanuel—Dios
conmigo—. O sea, me ha tomado años digerir tal declaración y creo que me tomará
toda la vida entender que el mismo Dios, autor de la creación, el que violó
todas las reglas naturales y abrió el Mar Rojo para que su pueblo camine en
libertad, vio mi condición y no me rechazó. Me abrazó con su gracia—favor
inmerecido— y me vistió de justicia.
Jesús se
especializa en ver lo mejor de nosotras en nuestro peor momento.
Tu mirada alumbró
los rincones más oscuros de mi corazón, con paciencia y afirmación le diste
sentido a mi dolor, valentía a mis miedos, seguridad a mis pasos, propósito a
mi vida y paz a mi corazón.
Ha sido un largo
viaje y aún nos falta un largo trecho, pero en cada parte del proceso he visto cómo
te alegras y celebras mis avances imperfectos. Quitaste de mi agenda el apuro
de llegar y me enseñaste a disfrutar las cosas simples en el camino hacia mi
libertad y total restauración.
Dios conmigo en
mis imperfecciones,
Dios conmigo en
mis luchas cotidianas,
Dios conmigo
haciendo ríos en el desierto,
Dios conmigo
bailando sobre las olas de la adversidad,
Dios conmigo
escuchando mis sueños y anhelos locos,
Dios conmigo susurrándome
al oído mi belleza e identidad,
¡Levántate y
resplandece, que tu luz ha llegado! ¡La
gloria del Señor brilla sobre ti!
-Isaías 60:1
Lejos de la
perfección, de circunstancias deseadas, de emociones correctas; justo cuando
estoy a punto de darme por vencida, de pensar que mis oraciones no han sido
escuchadas, por creer que estás enojado conmigo o simplemente no creerme merecedora
de tu misericordia, interrumpes mi silencio y me dices lleno de amor y
autoridad, “Emmanuel”.
Esta es mi
confesión,
Feliz Semana,
Sandy