Nos maravillamos
en la belleza de la mariposa, pero rara vez admitimos los cambios por los
cuales tuvo que pasar para lograr tal belleza. – Maya Angelou
En cuestión de
vestidos de novia es prácticamente imposible encontrar a la primera el que se
ajuste a la medida. Es muy normal probarse diez trajes, y cuando finalmente se
encuentra el ganador, hay que hacerle una serie de alteraciones para que
entalle a la perfección.
En agricultura, el
sembrador se asegura de plantar la semilla en tierra fértil y espera
pacientemente el día de la cosecha. Entiende que es un proceso, así que
fielmente riega el campo, a la expectativa de una siega próspera y abundante.
Espiritualmente,
existe un tiempo de espera entre las promesas de Dios y su cumplimiento en
nosotras, una estación de transición que nos prepara de un nivel de crecimiento
a otro.
Regularmente en
este proceso de transición, tendemos a desesperarnos, desanimarnos y hasta
llegar a pensar que Dios nos ha olvidado. Nos sentimos abandonadas o
simplemente que sus promesas no aplican a nuestra situación. ¡Nada puede estar
más lejos de la realidad!
Una cosa es como
nos sentimos y otra muy distinta lo que realmente está pasando. Cuando medimos
lo que Dios está haciendo en nosotras de acuerdo a la vulnerabilidad de
nuestros sentimientos, corremos en riesgo de quedarnos atrapadas en un círculo
vicioso de duda y conmiseración— ¿Será que sí? ¿Será que no? ¿Será que Dios
está enojado conmigo? ¿Será que no hay esperanza para mí? , y veinte mil argumentos más, llenos de temor e
inseguridad.
Es importante recordar que Dios no juega al gato y al ratón,
así que puedes estar segura de que ese yo-yo emocional no viene de Él.
No temas, Sión, ni te desanimes, porque el Señor tu Dios está en medio de ti como guerrero victorioso…te renovará con su amor.
-Sofonías 3:16-17 (NTV)
Sacúdete esa
actitud de víctima y dale “delete” a ese CD mental. Los procesos de transición
son el gimnasio de nuestra fe, es el lugar donde recibimos revelación fresca,
donde somos plantadas en su gracia y regadas con el poder de su amor.
Es el lugar
secreto donde nuestras lágrimas son cartas elocuentes, entendidas al pie de la
letra por nuestro amado Jesús. Donde nuestras cargas son removidas y somos
vestidas de dignidad.
Es el comienzo de un
nuevo capítulo donde Dios reescribe el libreto de nuestra vida con tinta de
gracia.
Jesús no murió en
la cruz para que estés ansiosa, deprimida, temerosa y avergonzada. ¡No y mil
veces no! Jesús lo hizo para darte una nueva oportunidad, para darte vida en
abundancia, para que en Él vivas cada día con propósito y significado. Así que límpiate
esas lágrimas y decide validar la opinión de Dios. Coopera con el proceso.
Nunca olvides que es
en nuestra dependencia, no en nuestra autosuficiencia donde somos abrazadas por
su gracia— su poder se hace fuerte es nuestra debilidad.
Puse en el Señor toda mi esperanza; él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor. Me sacó de la fosa de la muerte, del lodo y del pantano; puso mis pies sobre una roca, y me plantó en terreno firme.
-Salmo 40:1-2 (NVI)
Como la novia que
espera con maripositas traviesas en el estómago, el día de lucir su atuendo, así
mismo espera el cumplimiento de sus promesas en tu vida. Como el agricultor que
siembra su semilla con la seguridad de una siega próspera y abundante, ¡florece!
Feliz Semana,
Sandy