sábado, febrero 20, 2016

¡FLORECE!










Nos maravillamos en la belleza de la mariposa, pero rara vez admitimos los cambios por los cuales tuvo que pasar para lograr tal belleza. – Maya Angelou









En cuestión de vestidos de novia es prácticamente imposible encontrar a la primera el que se ajuste a la medida. Es muy normal probarse diez trajes, y cuando finalmente se encuentra el ganador, hay que hacerle una serie de alteraciones para que entalle a la perfección.

En agricultura, el sembrador se asegura de plantar la semilla en tierra fértil y espera pacientemente el día de la cosecha. Entiende que es un proceso, así que fielmente riega el campo, a la expectativa de una siega próspera y abundante.

Espiritualmente, existe un tiempo de espera entre las promesas de Dios y su cumplimiento en nosotras, una estación de transición que nos prepara de un nivel de crecimiento a otro.

Regularmente en este proceso de transición, tendemos a desesperarnos, desanimarnos y hasta llegar a pensar que Dios nos ha olvidado. Nos sentimos abandonadas o simplemente que sus promesas no aplican a nuestra situación. ¡Nada puede estar más lejos de la realidad!

Una cosa es como nos sentimos y otra muy distinta lo que realmente está pasando. Cuando medimos lo que Dios está haciendo en nosotras de acuerdo a la vulnerabilidad de nuestros sentimientos, corremos en riesgo de quedarnos atrapadas en un círculo vicioso de duda y conmiseración— ¿Será que sí? ¿Será que no? ¿Será que Dios está enojado conmigo? ¿Será que no hay esperanza para mí? , y veinte mil argumentos más, llenos de temor e inseguridad.

Es importante recordar que Dios no juega al gato y al ratón, así que puedes estar segura de que ese yo-yo emocional no viene de Él.

No temas, Sión, ni te desanimes, porque el Señor tu Dios está en medio de ti como guerrero victorioso…te renovará con su amor.


 

-Sofonías 3:16-17 (NTV)


Sacúdete esa actitud de víctima y dale “delete” a ese CD mental. Los procesos de transición son el gimnasio de nuestra fe, es el lugar donde recibimos revelación fresca, donde somos plantadas en su gracia y regadas con el poder de su amor.

Es el lugar secreto donde nuestras lágrimas son cartas elocuentes, entendidas al pie de la letra por nuestro amado Jesús. Donde nuestras cargas son removidas y somos vestidas de dignidad.

Es el comienzo de un nuevo capítulo donde Dios reescribe el libreto de nuestra vida con tinta de gracia. 

Jesús no murió en la cruz para que estés ansiosa, deprimida, temerosa y avergonzada. ¡No y mil veces no! Jesús lo hizo para darte una nueva oportunidad, para darte vida en abundancia, para que en Él vivas cada día con propósito y significado. Así que límpiate esas lágrimas y decide validar la opinión de Dios. Coopera con el proceso.

Nunca olvides que es en nuestra dependencia, no en nuestra autosuficiencia donde somos abrazadas por su gracia— su poder se hace fuerte es nuestra debilidad.

Puse en el Señor toda mi esperanza; él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor. Me sacó de la fosa de la muerte, del lodo y del pantano; puso mis pies sobre una roca, y me plantó en terreno firme.

 


-Salmo 40:1-2 (NVI)


Como la novia que espera con maripositas traviesas en el estómago, el día de lucir su atuendo, así mismo espera el cumplimiento de sus promesas en tu vida. Como el agricultor que siembra su semilla con la seguridad de  una siega próspera y abundante, ¡florece!


Feliz Semana,

Sandy