Si sobreviviste a
la herida, con mucho más razón sobrevivirás el proceso de restauración y
restitución que Dios ha diseñado amorosamente para ti.
¿Alguna vez te has
sentido ignorada por Dios?
Creo que todas, de
alguna manera, hemos experimentado estaciones en nuestro viaje de sanidad
emocional donde sentimos como si Dios nos puso en “Mute” y se olvidó de nuestra
situación. Nuestras oraciones parecen rebotar y nos sentimos estancadas en el dolor, a la merced
de pensamientos que martillan nuestro corazón y nos hacen vulnerables a la duda
y al temor.
Ese momento donde
a pesar de haber rendido nuestros pedazos a Dios, nuestras emociones siguen
atoradas en el valle de “me siento peor que nunca”, con poca reserva de
esperanza, la fe a punto de un colapso y
prácticamente convencidas de que Dios está cada vez más distante.
Nuestras creencias erróneas sólo pueden ser destruidas cuando son expuestas a Su Gracia y a la verdad de Su palabra.
-Joseph Prince
Pero es
precisamente en medio de ese embrollo interno que debemos hacer un Stop y hacernos preguntas claves que
fortifiquen nuestras creencias y vigoricen nuestra fe.
Cuestionamientos
como:
¿Creo que Dios me
ama de manera incondicional?
¿Creo que en la
cruz Jesús pagó el precio de mi libertad espiritual, física y emocional?
¿Creo que la palabra de Dios tiene autoridad
sobre mis circunstancias?
¿Creo que soy hija
de Dios y por ende heredera de sus promesas?
¿Creo que la
provisión de Dios es mayor que todas mis necesidades?
¿Creo que Dios
está de mi parte y pelea mis batallas?
¿Creo que Dios
quiere lo mejor para mí?
¿Creo que su
Gracia—favor inmerecido— es todo lo que necesito?
¿Creo que su poder
se perfecciona en mi debilidad?
¿Creo que Dios
puede hacer muchísimo más de lo que siempre he soñado y pedido?
La respuesta
afirmativa a las interrogantes anteriores, independientemente de las demandas
insaciables de nuestras emociones, nos alinea con la opinión de Dios, nos
permite entrar en su reposo y nos hace protagonistas del cumplimiento de sus
promesas.
Pues estoy a punto de hacer algo nuevo. ¡Mira, ya he comenzado! ¿No lo ves? Haré un camino a través del desierto; crearé ríos en la tierra árida y baldía.
Isaías 43:19 (NTV)
Amiga, no esperes
el respaldo inmediato de tus emociones; los sentimientos no siempre dicen la
verdad, más bien, pon toda tu confianza en la palabra de Dios y tus sentimientos
no tendrán más remedio que rendirse a la verdad soberana.
¿No te dije que si crees, verás la gloria de Dios?
-Jesús (Juan 11:40)
Así que cuando sientas que la recuperación
duele más que la herida misma, no te quedes callada, confiesa la palabra de
Dios sobre tu situación aunque no veas cambios inmediatos, porque Dios no
cambia de opinión, no es vulnerable y siempre cumple lo que promete.
Puedes decir con
toda confianza y autoridad:
Dios me ama de
manera incondicional.
Soy libre
espiritual, física y emocionalmente. Jesús pagó el precio de mi libertad.
La palabra de Dios
tiene autoridad sobre mis circunstancias.
Dios está de mi
parte y pelea mis batallas
No soy esclava,
soy hija de Dios y por ende heredera de sus promesas.
La provisión de
Dios es mayor que mi necesidad
Su poder se
perfecciona en mi debilidad.
Mi necesidad me califica para su favor, mi
carencia para su sobreabundancia.
En la medida que
meditas en su amor y en su gracia hacia ti, su palabra traerá sanidad a tu alma
y esperanza a tu corazón
Recuerda: tus
sentimientos no tienen la última palabra—Dios la tiene— y recibir su amor es el
factor determinante en tu sanidad emocional.
Pero yo te restauraré y sanaré tus heridas —afirma el Señor —.
Jeremías 30:17(NVI)
Lo imposible se
hace posible cuando nos atrevemos a creerle a Dios en medio de la tormenta.
¡Feliz Semana!
Sandy