sábado, febrero 27, 2016

CUANDO LA RECUPERACIÓN DUELE MÁS QUE LA HERIDA






Si sobreviviste a la herida, con mucho más razón sobrevivirás el proceso de restauración y restitución que Dios ha diseñado amorosamente para ti.








¿Alguna vez te has sentido ignorada por Dios?

Creo que todas, de alguna manera, hemos experimentado estaciones en nuestro viaje de sanidad emocional donde sentimos como si Dios nos puso en “Mute” y se olvidó de nuestra situación. Nuestras oraciones parecen rebotar y nos  sentimos estancadas en el dolor, a la merced de pensamientos que martillan nuestro corazón y nos hacen vulnerables a la duda y al temor.

Ese momento donde a pesar de haber rendido nuestros pedazos a Dios, nuestras emociones siguen atoradas en el valle de “me siento peor que nunca”, con poca reserva de esperanza, la fe a punto de un colapso y  prácticamente convencidas de que Dios está cada vez más distante.

Nuestras creencias erróneas  sólo pueden ser destruidas cuando son expuestas a Su Gracia y a la verdad de Su palabra.


-Joseph Prince

 


Pero es precisamente en medio de ese embrollo interno que debemos  hacer un Stop y hacernos preguntas claves que fortifiquen nuestras creencias y vigoricen nuestra fe.

Cuestionamientos como:

¿Creo que Dios me ama de manera incondicional?


¿Creo que en la cruz Jesús pagó el precio de mi libertad espiritual, física y emocional?


 ¿Creo que la palabra de Dios tiene autoridad sobre mis circunstancias?


¿Creo que soy hija de Dios y por ende heredera de sus promesas?


¿Creo que la provisión de Dios es mayor que todas mis necesidades?


¿Creo que Dios está de mi parte y pelea mis batallas?


¿Creo que Dios quiere lo mejor para mí?


¿Creo que su Gracia—favor inmerecido— es todo lo que necesito?


¿Creo que su poder se perfecciona en mi debilidad?


¿Creo que Dios puede hacer muchísimo más de lo que siempre  he soñado y pedido?

La respuesta afirmativa a las interrogantes anteriores, independientemente de las demandas insaciables de nuestras emociones, nos alinea con la opinión de Dios, nos permite entrar en su reposo y nos hace protagonistas del cumplimiento de sus promesas.

Pues estoy a punto de hacer algo nuevo. ¡Mira, ya he comenzado! ¿No lo ves? Haré un camino a través del desierto; crearé ríos en la tierra árida y baldía.


Isaías 43:19 (NTV)

 


Amiga, no esperes el respaldo inmediato de tus emociones; los sentimientos no siempre dicen la verdad, más bien, pon toda tu confianza en la palabra de Dios y tus sentimientos no tendrán más remedio que rendirse a la verdad soberana.

¿No te dije que si crees, verás la gloria de Dios?


 

-Jesús (Juan 11:40)

 


 Así que cuando sientas que la recuperación duele más que la herida misma, no te quedes callada, confiesa la palabra de Dios sobre tu situación aunque no veas cambios inmediatos, porque Dios no cambia de opinión, no es vulnerable y siempre cumple lo que promete.

Puedes decir con toda confianza y autoridad:

Dios me ama de manera incondicional.


Soy libre espiritual, física y emocionalmente. Jesús pagó el precio de mi libertad.


La palabra de Dios tiene autoridad sobre mis circunstancias.


Dios está de mi parte y pelea mis batallas



No soy esclava, soy hija de Dios y por ende heredera de sus promesas.


La provisión de Dios es mayor que mi necesidad


Su poder se perfecciona en mi debilidad.


Mi  necesidad me califica para su favor, mi carencia para su sobreabundancia.

En la medida que meditas en su amor y en su gracia hacia ti, su palabra traerá sanidad a tu alma y esperanza a tu corazón

Recuerda: tus sentimientos no tienen la última palabra—Dios la tiene— y recibir su amor es el factor determinante en tu sanidad emocional.

Pero yo te restauraré y sanaré tus heridas —afirma el Señor —.


Jeremías 30:17(NVI)


Lo imposible se hace posible cuando nos atrevemos a creerle a Dios en medio de la tormenta.


¡Feliz Semana!

Sandy