viernes, diciembre 12, 2014

CHAPUZÓN DE FE



Foto: Ivan Dupont - CC





“Fe, es simplemente decir lo que Dios dice sobre ti y ver lo que Dios ve en tu situación.” – Joseph Prince











Aunque se habían pasado toda la noche tratando de pescar, probablemente lo único que pescaron fue cansancio, desánimo e incertidumbre. Para colmo, seguramente ni habían tomado café —una situación de gravedad para las que entendemos el efecto que la primera taza de café juega en nuestras vidas.

A todo esto, Jesús llega, tranquilo y tropical, se monta en la barca de Simón y le dice:

    Ahora ve a las aguas más profundas y echa tus redes para pescar.

¿Qué respuesta le hubieras dado a Jesús de acuerdo a tu necesidad?

En más de una ocasión, esta ha sido mi respuesta: ¿Aguas más profundas? Señor, estoy cansada y angustiada. Me he pasado toda la noche tratando de encontrar una solución a mis problemas. ¡No tengo fuerzas para más! 


“Estamos llamados a vivir una vida de fe, y eso, muchas veces, no tiene nada que ver con lógica.” 

 

– Joyce Meyer

 


Simón no permitió que su sentido común le robara la oportunidad de ver un milagro de Dios… y le respondió:

    Maestro, hemos trabajado mucho durante toda la noche y no hemos pescado nada; Pero si tú lo dices, echaré las redes nuevamente.

Como hijas de Dios, tenemos una herencia irrevocable que nos hace victoriosas en medio de cualquier situación — Las Promesas de Dios—.

El enemigo de nuestra alma, sabe el potencial que hay en la palabra de Dios, sembrada en fe en nuestro corazón, por eso hace hasta lo imposible por enfocarnos en nuestra necesidad y llenarnos  de razonamientos y miedos. Y así engrandecer el problema y robarnos nuestra semilla de fe.


¡Dichosa tú que has creído, porque lo que el señor te ha dicho se cumplirá!


 

-Lucas 1:45

 


Es muy fácil caer en la montaña rusa de nuestros sentimientos cuando estamos esperando una respuesta de Dios, pero como  nuestros sentimientos son un reflejo de nuestros pensamientos y si nuestros pensamientos están llenos de miedo y razonamientos,  entonces no deberíamos de validar su autenticidad.

Nuestra actitud interna y nuestras confesiones deben de estar dirigidas y consolidadas en la verdad de la palabra de Dios, no en el problema, ni en nuestro estado de ánimo. Podemos empezar diciendo cosas como:

    Puede que me sienta vulnerable, pero si Dios lo ha prometido, Él lo cumplirá. En su palabra no hay sombra de variación y sus promesas permanecen para siempre. (Santiago 1:17)

    Puede que me sienta temerosa, pero Dios no me ha dado un espíritu de miedo, sino un espíritu que me adopta como hija y me permite clamar ¡Papito Dios, necesito tu ayuda! (Romanos 8:15)

    Puede que aterricen pensamientos negativos a mi mente, pero no voy a permitir que ocupen mi disco duro. (Filipenses 4:8)

    Puede que no vea ningún cambio visible en mis circunstancias, pero mi corazón es terreno fértil y sus promesas darán su fruto al cien por ciento. (Lucas 8:15)

    Puede que no sienta paz, pero en la medida que confió en Dios, su paz será una realidad y  me dará descanso. 
(Hebreos 4:3)

El proceso de fe forma el carácter que nos permite no sólo disfrutar de sus promesas, sino que también  nos prepara para asignaturas futuras. Por eso no podemos desesperarnos, desenfocarnos y pensar que no le importamos a Dios.


Recuerda: nuestra falta de fe, no anula la fidelidad de Dios. 



¿Qué a donde fue a parar Simón?...  seguramente fue a parar a la tienda a comprar redes nuevas, porque la pesca fue tan grande que sus redes se desbordaron.

 Eso es lo que pasa cuando dejamos de hacer las cosas en nuestras propias fuerzas y nos atrevemos a decir: “Señor, lo he intentado todo, pero como tú lo dices, en tu nombre echaré nuevamente mis redes.”

Cuando sientas tirar la toalla, mira a la cruz. Ahí tendrás un encuentro personal con su fidelidad y la valentía para darte un chapuzón de fe.


Feliz Semana,

Sandy