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GRACIA: favor inmerecido otorgado por Dios en tus
momentos más oscuros - donde la razón ni la opinión humana cuentan. Simplemente por amor a ti.
David y Jonatán disfrutaron de una amistad mucho más
estrecha que los lazos de sangre que unen a los hermanos. Con el transcurrir de
los años David se convirtió en rey y se dio a la tarea de indagar si había
algún sobreviviente de la familia de Saúl —padre de Jonatán, a quien pudiera bendecir en honor a su gran
amigo.
Uno de sus mayordomos le confirmó, que efectivamente,
había un hijo de Jonatán, llamado Mefiboset, quien era lisiado de ambas piernas
y vivía en Lodevar—lugar árido, de
tristeza y destrucción.
El corazón de David se llenó de gran expectativa y
entusiasmo e inmediatamente emitió la orden real de traer a Mefiboset al palacio.
Me imagino lo ansioso que debió de sentirse el Rey David.
De pronto el tiempo se le hizo más largo de la cuenta, por la gran emoción que
tenía de conocerlo y bendecir su vida.
Para Mefiboset, también fue de gran sorpresa ver su
casa rodeada del ejército real buscando por él.
¿Te imaginas el susto de ver la limosina
presidencial parqueada en frente de tu casa buscándote? Y a todo esto te
agarran fuera de base, despeinada, con las uñas echas un desastre y con la gran
interrogante ¡¿qué habré hecho?!
Cuando finalmente Mefiboset se presenta ante el Rey David, este lo recibe con las
siguientes palabras: No temas, pues en memoria de tu padre Jonatán te voy a
devolver todas las tierras que pertenecieron a tu abuelo y de ahora en adelante
vivirás en el palacio y te sentaras en la mesa conmigo—serás parte de la
familia real.
¿Cuál hubiera sido tu reacción?
A este joven, la vida le cambió radicalmente para
bien, pero su autoestima estaba tan deteriorada que sus heridas respondieron elocuentemente: “¿Quién soy yo
para que te fijes en mí? No valgo más que un perro muerto.
Así que acerquémonos con toda confianza al trono de
la gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la
gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos.
–Hebreos 4:16
Quizá al igual que Mefiboset estés lisiada a causa
de las heridas de tu corazón. Te sientes atrapada en la profundidad del
calabozo de tus circunstancias. Y la culpa y la vergüenza te recuerdan una y
otra vez tus errores, tus fracasos, haciéndote sentir incapaz de volver a soñar
y comenzar de nuevo.
Pero eso no puede estar más lejos de la realidad,
Dios quiere quitarte los harapos y cubrirte de vestiduras reales. Ha decretado
su GRACIA —favor inmerecido de Dios disponible en tus momentos de mayor
necesidad— para amarte, rescatarte, levantarte,
fortalecerte, sanarte, restituir tu gozo y la pasión de vivir cada día con propósito y
significado.
¡No estás sola! Dios va a tu lado como poderoso
gigante abriendo mares para que tus pies crucen en tierra seca y caminos en
medio del desierto. ¡No temas! ¡Cree!
Me ha enviado a darles una corona en vez de cenizas,
aceite de alegría en vez de luto, traje de fiesta en vez de espíritu de
desaliento.
–Isaías61:3 (NVI)
La transacción es simple: Dios te ofrece sus
promesas y tú las recibes con gratitud y sin cuestionamientos.
Recuerda: eres una princesa, así que límpiate esas
lágrimas y vístete de fiesta porque el Rey te mandó a llamar .
Dios te ofrece un estándar de GRACIA, no de
perfección.
Te invito a ver la historia del Rey David y Mefiboset
(http://youtu.be/6G56SoKRk4g)
Feliz Semana.
Sandy