Foto: William Couch - Creative Commons |
No se requiere mucho esfuerzo para seguir
a la mayoría, pero hace falta carácter, visión y determinación para nadar contra la corriente.
¿Alguna
vez te han mandado invitaciones de juegos a través de Facebook?
Creo que nadie se ha escapado del
convite, pero lo que más llama mi atención es la reacción de disgusto de
algunos, quienes han llegado al extremo de amenazar a sus amigos con sacarlos de su lista
de contactos si le vuelven a enviar invitaciones de juegos.
¡Recorcholis! –como
diría Chespirito. Una decisión un tanto
radical para algo tan irrelevante. Digo yo…o sea… la humilde opinión de esta
servidora.
Se me ocurre pensar que talvez detrás
de esa falta de tolerancia, frente una invitación para jugar Candy Crush, Cityville, Diamond Dash, The Sims
Social, o cualquier otro juego popular en las redes sociales, se esconde la
urgencia de dejarle saber a los demás que somos personas productivas,
responsables, que no perdemos nuestro valioso tiempo en cosas sin importancia.
Pero yo me pregunto: ¿En qué parte del
camino nos vendieron la idea de que hay que ser productivo todo el tiempo?
Probablemente en la misma tienda donde intercambiamos nuestra eficiencia y
rendimiento por un boleto de baile, donde estar ocupados, estresados, preocupados
y ansiosos, son los pasos coreográficos del momento
.
Nuestra habilidad de relajarnos y disfrutar el hoy está en directa proporción con la confianza que tenemos en Dios.
Es tiempo de cambiar tendencias, de
retomar el terreno perdido y dominar la pista de baile de la vida, con la
secuencia de algunos pasos básicos que trasforman nuestro cansancio y falta de
significado en amalgama de propósito y alegría:
1) Saca
tiempo para las cosas que te hacen ser feliz.
2) No
vivas para el aplauso de la gente. Vive para agradar a Dios.
3) No
opines donde no tienes responsabilidad y donde no estás dispuesta a aportar
algo positivo.
4) Aprende
a usar la palabra NO.
El establecimiento de límites saludables defiende nuestra paz, nuestra estabilidad emocional y física, de las constantes exigencias externas que nos desvían de nuestro propósito.
5) Establece
prioridades y revísalas periódicamente.
6) Aprende
a conocerte a ti misma.
7) No
compitas con nadie.
La competencia nos roba la habilidad de
disfrutar el camino que nos lleva al cumplimiento de nuestras metas, succiona
nuestra energía y nos condena a la
inconformidad. ¿Sabes por qué? Porque
siempre habrá alguien que esté un paso más al frente que nosotras.
8) No
te compares con nadie.
9) Dale
el primer lugar a Dios en tu vida.
10)
No seas tan exigente contigo misma.
Este es el día que hizo el Señor; nos gozaremos y alegraremos en él.
-Salmo 118:24 (NTV)
El baile de la vida es mucho más
divertido cuando seguimos el ritmo de la dirección de Dios y nos movemos al
compás de su aprobación, aunque nos toque dejar a unos cuantos plantados en la
pista.
¡Vive!
¡Feliz Semana!
Sandy