Foto: Jesus Solana - Creative Commons |
Cuando acepto mi historia, cuando abrazo mis imperfecciones, cuando celebro
cada detalle que me hace única y especial, cuando acepto la aprobación de Dios…
entonces y sólo entonces soy libre de ser yo misma.
¿Te has puesto a pensar la cantidad de roles que
desempeñas como mujer?
Sin darle mucha vuelta a la cabeza, como quien no
quiere la cosa, se me ocurren los siguientes: madre, esposa, hija, amiga,
hermana, madrina, tía, abuela, vecina, consejera, chofer, enfermera, maestra,
nutricionista, líder de estabilidad emocional del hogar, decoradora,
administradora de presupuesto,encargada de eventos y recreación, maga
–las madres que están en el proceso de preparar a sus hijos para este nuevo año
escolar entienden a lo que me refiero… en fin, somos las verdaderas “Mujeres
Maravillas”.
Pero en medio del manejo de agendas complejas, de demandas
agotadoras y de ser piezas claves en el buen funcionamiento de la familia,
tendemos a pasar por alto nuestra función más importante: Amarnos, conocernos,
aceptarnos y valorarnos –no por lo que hacemos sino por quienes somos.
El amor de Dios es el GPS que te conduce a tu propósito divino y a la realización de una vida con significado.
Como mujeres, damos, damos, damos, a tal punto, que muchas veces
extraviamos nuestra identidad y nos quedamos atrapadas en un mundo de
responsabilidades y demandas, que al final del camino nos hace sentir cansadas,
estancadas, confundidas y vacías. ¿Por
qué? Porque olvidamos que nuestro valor, dignidad y realización, giran
alrededor del amor perfecto e incondicional de Dios, quien nos acepta y nos
aprueba a pesar de conocer, lo bueno, lo malo y lo feo en nosotras.
Subestimamos quiénes somos y sobrestimamos lo que
hacemos.
Pero cuando el día ha terminado y las luces se
apagan, nuestras almohadas se convierten en confidentes secretas de nuestras
inseguridades, de nuestros temores, de nuestras luchas, y de nuestros sueños incumplidos. En este
punto nos encontramos con dos caminos:
1) Recargar
más nuestra agenda, para ahogar nuestros vacíos.
2) Derretirnos
ante la verdad, de que a pesar de nuestras imperfecciones y metidas de patas,
somos amadas y aceptadas por un Dios Perfecto.
Porque te amo y eres ante mis ojos preciosa y digna de honra.
-Isaías 43:4b (NVI)
Es tiempo de frenar un poco los motores de nuestras ocupaciones y pensar más en lo que pasa dentro de nosotras. Es tiempo de establecer
prioridades y entender que en la medida que Dios ocupe el Hit Parade de nuestro
corazón, en esa misma medida vamos a darle vida a todo lo que hacemos e inconscientemente
le damos permiso a otros de hacer lo mismo.
Nos convertimos en faros para los que nos rodean.
La mujer cuya identidad se nutre única y exclusivamente del amor y la aprobación de Dios, es libre de ser ella misma todo el tiempo…cero pantallas, cero cargas innecesarias.
Señor, ayúdame a no confundir lo que hago con quien
soy.
Ayúdame a recordar que soy una creación única y
especial. Que a pesar de mis imperfecciones, soy amada por un Dios perfecto,
que me aprueba, me acepta y me capacita
para mejorar cada día.
Ayúdame a no llenar mis vacíos con actividades que
drenan mis fuerzas, sino a descubrir mi valor en la seguridad de tu amor.
Amén
Cuando sabes y aprecias quien eres, engrandeces todo lo que haces.
¡Feliz Semana!
Sandy
Sandy@Friendshiplatte.com