viernes, julio 25, 2014

CRÓNICA DE UNA MUJER VISIONARIA



Chase Elliott - Creative Commons





La cuestión no es si vamos o no a fracasar, sino la actitud que vamos a asumir en medio del fracaso.










“El único lugar donde el éxito llega primero que el fracaso es en el diccionario.”

Esta frase me cautiva, porque desde niñas nos preparan para el éxito y nos venden la idea de que el fracaso en toda la extensión de la palabra –decepción, fallo, frustración, caída, chasco, desengaño, desilusión, desencanto – es una mancha vergonzosa , una etiqueta de mediocridad, un apellido vulgar o el récord imperdonable de nuestras  metidas de patas.

Se dice del fracaso que tiene un armario muy surtido y cuantioso, desde la última colección de relaciones desgastadas, hasta las tendencias del momento –divorcio, sueños incumplidos, insolvencia, baja autoestima,  infelicidad,  infertilidad, inconformidad, falta de propósito, vacíos internos,  y una variada selección de emociones asfixiantes  que alimentan diariamente nuestra vulnerabilidad.

 También nos hicieron creer que la perfección era la meta a alcanzar, pero cuando tratamos de conquistarla, descubrimos que bajo su máscara se esconden nuestras propias inseguridades, tratando de pretender lo que no somos y así ahogar nuestras carencias con el aplauso de otros.


 En medio de la incertidumbre la Gracia de Dios llega triunfante para recogerte, sustentarte y restaurarte.



A medida que soltaba mi equipaje –confundida y con temor a ser rechazada- su amor me enamoró, curó mis heridas y me llevó a un lugar donde mis fracasos no servían más  a la vergüenza, sino al propósito perfecto de Dios, el cual sigue su curso independientemente de mis desaciertos.

Un lugar donde existen nuevos comienzos, donde puedo acercarme libremente a Dios sin temor al rechazo, con la completa seguridad de que mis necesidades activan su favor sobre mi vida.

Un lugar donde mi confianza en Dios –Mi Fe- me hace caminar sobre las olas de la adversidad, conquistar mis temores y experimentar el gozo que sobrepasa toda razón, aun en medio de la tormenta.


Disfrutarán de una doble honra en lugar de vergüenza y deshonra. Poseerán una doble porción de prosperidad en su tierra, y una alegría eterna será suya.

 

 – Isaías 61:7 (NTV)



Un lugar donde el amor de Dios valida mi existencia, confirma mi valor y me devuelve la seguridad de ser yo misma todo el tiempo -sin culpas ni complejos, ya que la plenitud de la  vida parte de nuestra capacidad de entender, recibir y aceptar su amor, por encima de nuestros temores e inseguridades.

Un lugar donde la sinceridad de mi corazón vale más que mi denominación religiosa, la transparencia de mi alma más que mi dominio teológico y  mi carácter más que mi reputación.

Es en su Gracia –su favor inmerecido y el poder sobrenatural de Dios que actúa en mí- lo que hace que me levante cuantas veces sea necesario.Porque después de atravesar el valle de sombra y de muerte, Dios me hace descansar en delicados pastos y me pone en lugar espacioso contra todo pronóstico de mis adversarios.

Como puedes ver amiga, la cuestión no es si vas o no a fracasar, sino la actitud que  vas a asumir en medio del fracaso y en quien vas a poner tu fe.


¡No será fácil, pero valdrá la pena!


Feliz Semana,

Sandy