MKH Marketing - Creative Commons |
Es en el silencio donde la voz de Dios se impone
sobre todas las demás, y donde la sencillez de tu corazón es más elocuente que
tus palabras.
¿Qué Dios te ha dicho hoy?
Fue la pregunta que usé para romper el hielo con mi hija adolescente esta
mañana, mientras la llevaba al colegio. A juzgar por su concentración y su
habilidad de maniobrar su teléfono celular, hubiera pensado que había
encontrado la solución al calentamiento global y estaba compartiendo la noticia
con sus amigos en Twitter.
Confundida, me miró con cara como si me faltaran
unos cuantos tornillos, y me dijo: “Mami, tu si eres rara. ¿Por qué me haces
esa pregunta?”. Lo de rara no me ofende, los adolescentes tienden a ver la vida desde otra galaxia, además, me encanta sorprenderla con preguntas fuera de
lo común, para despertar curiosidad en ella, conocer sus puntos de vista, o simplemente,
por amor al arte de hablar, que tanto nos gusta a las mujeres.
¡Ojo! No esperaba una respuesta teológica –de hecho-
me parece una respuesta transparente y sincera, así como le gustan a Dios.
La belleza de la oración no está basada en un repertorio de palabras sofisticadas, sino en la simpleza de un corazón sincero.
¿Por qué se nos hace tan difícil hablar con Dios?
Yo creo que “sin querer queriendo”, como dice el
Chavo del Ocho, hemos complicado tanto a Dios, tratando de adaptarlo a nuestras
expectativas, a nuestro patrón de
pensamientos y a nuestra manera de ver la vida, que hemos pasado por alto que:
1) La
oración es un privilegio, no una obligación.
2) La
oración es una necesidad de vida o muerte, no un requisito para ganar el favor
de Dios.
3) La
oración no tiene que ser complicada, ni extensa para ser efectiva. Muchas veces
nuestro silencio habla más que mil palabras. Y Dios lo entiende.
A veces, la vida espiritual consiste solo en estar presentes y en abrir nuestros ojos.
-Jesús Adrían Romero (Besando Mis Rodillas).
.
4) La
oración reafirma nuestro propósito y provee dirección.
5) La
oración conecta nuestra insuficiencia
con la sobreabundancia de Dios.
6) La
oración habla más de mi dependencia en Dios que de mi denominación religiosa.
La oración nos permite hablar con Dios; la meditación permite que Él nos hable. Ambas son esenciales para ser amigos de Dios.
-Rick Warren
¿Por qué no escuchamos la voz de Dios?
Creo que hemos confundido nuestro propósito con una
productividad efímera, que asesina despiadadamente nuestro tiempo y nuestra
relación con Dios.
Le hemos dado “Play” a las agendas sobrecargadas y “Mute”
a la voz de Dios; olvidando que sin Él estamos más fritos que un pollo al
carbón. (Permitido sonreír).
El secreto está, en desconectarnos del bullicio externo
y conectarnos a la estación de Dios, donde nuestro interior encuentra reposo y
nuestro corazón habla con mayor fluidez que nuestras palabras.
Dichoso el hombre… que en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella. Es como el árbol plantado a la orilla de un rio que cuando llega su tiempo da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuando hace prosperará!
- Salmo 1:1-3 (NVI)
Si Dios quiere ser parte de cada una de mis actividades
y pensamientos ...
¿Qué cambios necesito hacer en mi agenda para hacer de la
oración un oasis donde mi corazón encuentre descanso y dirección?
Ver Video: http://youtu.be/_U9zGe0dT64
Feliz Semana,
Sandy.
Si estas palabras han sido de bendición para tu
vida, puedes escribirme a: