viernes, mayo 30, 2014

DIOS TAMBIÉN ENVÍA TWEETS



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Es en el silencio donde la voz de Dios se impone sobre todas las demás, y donde la sencillez de tu corazón es más elocuente que tus palabras.





 


¿Qué Dios te ha dicho hoy?


Fue la pregunta que usé  para romper el hielo con mi hija adolescente esta mañana, mientras la llevaba al colegio. A juzgar por su concentración y su habilidad de maniobrar su teléfono celular, hubiera pensado que había encontrado la solución al calentamiento global y estaba compartiendo la noticia con sus amigos en Twitter. 

Confundida, me miró con cara como si me faltaran unos cuantos tornillos, y me dijo: “Mami, tu si eres rara. ¿Por qué me haces esa pregunta?”. Lo de rara no me ofende, los adolescentes tienden a ver la vida desde otra galaxia, además,  me encanta sorprenderla con preguntas fuera de lo común, para despertar curiosidad en ella, conocer sus puntos de vista, o simplemente, por amor al arte de hablar, que tanto nos gusta a las mujeres.

¡Ojo! No esperaba una respuesta teológica –de hecho- me parece una respuesta transparente y sincera, así como le gustan a Dios.


La belleza de la oración no está basada en un repertorio de palabras sofisticadas, sino en la simpleza de un corazón sincero.




¿Por qué se nos hace tan difícil hablar con Dios?


Yo creo que “sin querer queriendo”, como dice el Chavo del Ocho, hemos complicado tanto a Dios, tratando de adaptarlo a nuestras expectativas, a  nuestro patrón de pensamientos y a nuestra manera de ver la vida, que hemos pasado por alto que:

1)     La oración es un privilegio, no una obligación.

2)     La oración es una necesidad de vida o muerte, no un requisito para ganar el favor de Dios.

3)     La oración no tiene que ser complicada, ni extensa para ser efectiva. Muchas veces nuestro silencio habla más que mil palabras. Y Dios lo entiende.


A veces, la vida espiritual consiste solo en estar presentes y en abrir nuestros ojos.


-Jesús Adrían Romero (Besando Mis Rodillas).

 

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4)     La oración reafirma nuestro propósito y provee dirección.

5)     La oración  conecta nuestra insuficiencia con la sobreabundancia de Dios.

6)     La oración habla más de mi dependencia en Dios que de mi denominación religiosa.


La oración nos permite hablar con Dios; la meditación permite que Él nos hable. Ambas son esenciales para ser amigos de Dios.

 


-Rick Warren



¿Por qué no escuchamos la voz de Dios?


Creo que hemos confundido nuestro propósito con una productividad efímera, que asesina despiadadamente nuestro tiempo y nuestra relación con Dios.

Le hemos dado “Play” a las agendas sobrecargadas y “Mute” a la voz de Dios; olvidando que sin Él estamos más fritos que un pollo al carbón. (Permitido sonreír).

El secreto está, en desconectarnos del bullicio externo y conectarnos a la estación de Dios, donde nuestro interior encuentra reposo y nuestro corazón habla con mayor fluidez que nuestras palabras.


Dichoso el hombre… que en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella. Es como el árbol plantado a la orilla de un rio que cuando llega su tiempo da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuando hace prosperará! 

 


 - Salmo 1:1-3 (NVI)

 


 Si Dios quiere ser parte de cada una de  mis actividades y pensamientos ... 

¿Qué cambios necesito hacer en mi agenda para hacer de la oración un oasis donde mi corazón encuentre descanso y dirección? 



Feliz Semana,

Sandy.

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