Foto: Jenn Sterling - Creative Commons |
Ninguna
relación es perfecta, pero dos personas pueden compartir una sombrilla y
sobrevivir la tormenta juntas.
– Autor Desconocido.
¿Te ha pasado?
Ese momento donde tratas de razonar cualquier
disparate con tu hija adolescente y de repente, una conversación simple y sin
importancia, termina en una asfixiante discusión, amenizada con comentarios irrespetuosos
y gestos faciales, que te duelen tres mil veces más, que un knockout de Mike
Tyson.
Corremos de inmediato al departamento de quejas y
servicio de emergencias –MAMI-, para contarle con lujo de detalles las
barbaridades de su nieta y así aliviar
nuestro mal de amores…
El remedió casi siempre es el mismo: Una dosis de Ubícatex
500mg, con la siguiente indicación: “¡Ay mi hija! ¡Yo te entiendo! Eso mismo me
hacías tú a mí. ¿Te acuerdas? Y mira lo buena y responsable que eres.”
¡Y la perspectiva hace su entrada triunfal! Cual
diva, entre aplausos y algarabía.
Como flechas en manos del guerrero son los hijos de
la juventud.
-Salmo 127:4 (NVI)
Cuando filtramos los desafíos de la vida a través de
la perspectiva correcta – la de Dios-, lo que a nuestros ojos humanos podría
parecer estéril, a los ojos de Dios es tierra fértil y próspera.
Ser madre de una adolescente, es una posición de honor. Somos soldados de la estabilidad física, emocional y
espiritual de nuestras hijas. Tenemos la responsabilidad de guiarlas en el
camino correcto, para que descubran su propósito, desarrollen su potencial de acuerdo
a sus talentos y vivan cada día con significado.
La flecha nunca podrá llegar a su destino si no fuera por la pasión, la determinación, la experiencia y
la visión del guerrero.
Todo lo que riegas con amor ¡florece!
Cuando estés al borde de perder la paciencia con tu
hija, recuerda, que una vez estuviste en la misma posición. ¿Qué te hubiera
gustado recibir de tu mamá? Probablemente lo mismo que tu hija espera recibir de ti.
15 Cosas que
nuestras hijas necesitan más que un Smart Phone
1) Fe en Dios
2) Amor
3) Tiempo
4) Identidad
5) Respeto
6) Dirección
7) Propósito
8) Alas para soñar
9) Disciplina
La disciplina sin amor despierta rebeldía.
Si tu hija se siente amada, valorada y aceptada,
aprenderá a recibir la disciplina como un acto de amor, aunque ponga cara de
cólico y deje de hablarte por unas horas.
10) Ejemplo
11) Limites
12) Inspiración
13) Motivación
14) Validación
Y la última, pero no la menos importante: nuestras oraciones.
¿Qué fuera de nosotras las madres sin la dirección de Dios?
Es importante que nuestras hijas vean, que no somos
perfectas y que cada día necesitamos de Dios para no volvernos locas.
Una adolescencia saludable es un proceso de
crecimiento, tanto para la hija, como para
la madre. ¡Asumamos el reto!
¿Qué actitudes, palabras y conductas necesito
mejorar, para que esta etapa sea de crecimiento y significado para ambas?
Feliz Semana,
Sandy