Foto: Ilmicrofono Oggiono -Creative Commons |
La salud emocional se manifiesta en nosotros, cuando
activamos el dominio propio en medio de la montaña rusa de nuestras emociones.
Aquí entre nos… ¿Qué tiene de malo ser emocional?
¿Qué importa que lloremos cuando dejamos por primera
vez a nuestros hijos en la puerta de la escuela? ¿Cuál es el drama si se nos
hace un nudo en la garganta cada vez que escuchamos la canción “Madrecita” de
José José? ¿Qué tiene de raro sentirse vulnerable cuando estamos en nuestro
ciclo menstrual o en la etapa de la menopausia?
¡Absolutamente nada! Eso sí, siempre y cuando nuestras
emociones sepan quién es que lleva puesto los pantalones
Las emociones
son parte del paquete perfecto de la creación. Dios sabía muy bien lo que
estaba haciendo y en las sagradas escrituras no existe ningún pasaje que diga
que Dios tuvo que tomarse un té de valeriana, después de haber creado a la
mujer. Todo estaba impecablemente planificado, controlado y sobre ruedas.
Gracias a nuestros sentimientos, podemos llorar, reír
y ser sensibles tanto de lo que pasa en nuestro interior como de lo que pasa a nuestro
alrededor.
Nuestras emociones funcionan como sensores que nos ayudan a detectar lo que está pasando en el momento, no como un régimen autoritario que nos controla como títeres.
Las emociones en sí mismas son imparciales. Pero la
manera como las canalizamos, nos impulsa a un nivel mayor de crecimiento
personal y espiritual, o nos estaca en
una montaña rusa de sentimientos descontrolados.
¿Cómo detectar emociones con complejo de Hitler?
1) Asumen
control absoluto de tu estado de ánimo.
Es decir, que cuando las cosas marchan bien, te sientes
la reina de la clase de Zumba, pero cuando alguien te ofende o las cosas no
marchan como las habías planificado, te trasladas de la clase de Zumba, a un
karaoke de canciones de despecho de Paquita La Del Barrio.
Tus emociones juegan ping-pong contigo.
2) Boicotean
tus pensamientos.
Los pensamientos y las emociones se complementan
entre sí. Lo que piensas genera sentimientos, y la autoridad que le otorgues a esos
sentimientos afecta directamente lo que piensas.
Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. – 2Timoteo 1:7 (RVR1995)
Los sentimientos van y vienen de acuerdo a nuestras
circunstancias, pero el dominio propio nos mantiene estables en medio del Yo-Yo
de nuestras emociones.
Somos mucho más que sentimientos y emociones. Somos
hijas de Dios, herederas de una cualidad que muchas veces ignoramos, por darle
mayor importancia a la vulnerabilidad de lo que pasa en nuestro interior que a
la opinión de Dios.
Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo.
2Corintios 10:5 (NVI)
Dios no quiere que sea víctima de tus emociones, ni
que ellas definan tu conducta. El propósito que Dios tiene con tu vida supera veinte
mil veces lo pasa en tu interior, por eso te premió con una herramienta mágica
y poderosa llamada dominio propio.
Ver video: (http://youtu.be/dWPHqBzZpus)
Feliz Semana,
Sandy