Foto: C. Michael Gibson |
La
oración es la conexión inalámbrica que conecta mi insuficiencia con la
sobreabundancia de Dios.
¿Has hablado hoy con Dios?
El día que descubrí lo fácil que era hablar con Dios
casi me desmayo de la emoción. Es más simple que enviar un mensaje de texto,
más rápido que Wassap, más interactivo que Skype y más divertido que Instagram.
Lo mejor del caso es que no necesitas Wi-Fi y si te sientes corto de palabras,
Dios tiene la habilidad de leer el lenguaje de tu corazón.
Si pudiera ilustrar con una bebida la dulzura de
hablar con Dios, te diría que es como tomarte un Cinnamon Dolce Latte –café espresso,
lechita caliente, cremita batida y canela… ¡delicioso!
Si me tocara describir ese momento con unos zapatos,
sin titubear te diría –Crocs, por su simpleza y comodidad o quizá como unas pantuflas calientes en días de
invierno.
Así que acerquémonos confiadamente al trono de la Gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos. -Hebreos 4:16 (NVI)
¡Hablar con Dios es un privilegio! Es un momento
donde la franqueza, la espontaneidad, la confianza, la paz, la sinceridad, la
alegría, la bonanza y la restauración, bailan al ritmo de un amén.
Es fascinante tener la oportunidad de conversar con Dios
sin apariencias, sin palabras sofisticadas, sin cronómetros ni complicaciones,
porque al fin de cuentas lo que realmente importa es la sinceridad de nuestro
corazón.
Dios te conoce más que cualquier otra persona. Te
conoce muchísimo más de lo que te conoces a ti misma. Conoce tus virtudes y
hasta el lado feo de tu personalidad. Aun así te ama y te aprueba.
Éxito= Caminar cerquita de Dios + Escuchar su voz + Dejar que sea Él quien dirija el rumbo de tu vida.
Dios quiere conquistar tu corazón para que te
sientas amada, para sanar tus heridas, para levantar tu cabeza, para que
recibas la herencia de sus promesas, la belleza de tu verdadera identidad y las
herramientas necesarias para desarrollar tu potencial y vivir cada día con
propósito.
Dios te ama, eres la niña de sus ojos, su princesa,
su mayor tesoro, así que levántate en este día y acércate libremente a Dios a través
de la simpleza y la dulzura de una oración.
¡Anímate a bailar al ritmo de un amén!
Feliz Semana,
Sandy J