Foto: Pete Labrozzi - cc |
Cuando mis emociones quieren boicotear mi día, le envío un texto de emergencia a Dios, a través de una oración, donde le expreso abiertamente mi vulnerabilidad- sin temor al rechazo, porque Él me ama, me entiende y se compadece de mí.
¿Alguna vez has sido protagonista de las siguientes expresiones?
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No me hables. Hoy amanecí con el pie
izquierdo.
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Hoy no estoy para nadie.
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Hoy mando a cualquiera a buen lugar.
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Tengo las emociones revueltas. La menstruación
debe llegarme en cualquier momento.
·
Tengo un humor de perros.
·
¡No me soporto!
Nadie se escapa de la visita inesperada de esos días,
donde todo parece estar patas arriba. Donde nuestras emociones pintan el lienzo
de nuestro día, con pinceladas de frustración, pesimismo, desánimo,
intolerancia, temor y mal humor.
Quien sea libre de pecado, que se ubique. Porque
todos, absolutamente todos, por más espirituales y centrados que creamos ser,
se nos cruzan los cables de vez en cuando.
La pregunta del millón es: ¿Cuándo me es permitido
tener mala actitud?
Yo creo que todos tenemos la libertad de enojarnos y de tener mala actitud –una postura equivocada-, siempre y cuando filtremos
nuestras emociones de la manera correcta.
Me explico: de la misma manera que eructar en
público es un acto de mala educación, vomitar nuestra ira sobre los demás, no
solo es un acto de mala educación, sino un arma letal que destruye relaciones,
rompe corazones y nos separa del plan de Dios para nuestras vidas. Así de
simple.
Si se enojan, no permitan que eso los haga pecar. El enojo no debe durarles todo el día. Efesios 4:26 (TLA)
Es importante entender que sentirnos vulnerables no
es malo; lo malo es, permitir que nuestras emociones piensen, hablen y actúen por
nosotros.
La manera más sabia de sobrevivir a esos días donde
nuestras emociones amanecen despeinadas, es acercarnos libremente a Dios a través de
una oración simple, donde la honestidad sea nuestra bandera.
Una conversación con Dios, donde nos demos permiso de
llorar, de ser vulnerables, de expresar
abiertamente nuestras inseguridades y frustraciones. Donde
exterioricemos nuestros sentimientos y nuestras emociones, sin temor al rechazo.
Cuando somos honestos con Dios, le abrimos las puertas de nuestro corazón para que sane nuestras heridas, transforme nuestras lágrimas en canción y restaure nuestra salud emocional.
No podemos prevenir que los sentimientos aterricen
en nuestro corazón, pero sí podemos evitar que se transformen en emociones
tóxicas que controlen nuestras acciones.
¡Practica el dominio propio y crece!
Así que cuando no te soportes y te sientas con un
humor de perros, no recurras a los medios sociales, o al celular para
desahogarte. Mejor, conéctate con Dios. Para que veas su GRACIA en tus desaciertos;
su PODER en tus debilidades; su TERNURA en tus áreas vulnerables; su PERDÖN en
tus metidas de patas; Y su AMOR incondicional en medio de tus imperfecciones.
Si se enojan no pequen; en la quietud del descanso nocturno examínense el corazón. Salmo 4:4 (NVI)
Dios no nos exige perfección, sino honestidad.
Ver Video: ( http://youtu.be/T5ZKRCFlons)
Feliz Semana,
Sandy