Foto: Arianne - Creative Commons |
La vida de una mujer de fe es como una cebolla; cada
capa tiene su sabor y cada etapa su
propósito.
En la moderna cocina de un restaurante de alta
alcurnia se lucía una esplendorosa canasta de frutas, digna de ocupar la primera
plana en la reconocida revista “Gourmet.”
Cada mañana, la rutina en la cesta era la misma. La banana
concentrada en sus ejercicios para mantener su delgada figura; la pera toda fabulosa,
orgullosa de sus delineadas caderas; la uva frente al espejo retocándose sus
risos y la manzana en su baño de parafina para mantener el brillo y la suavidad
en su piel.
Muy lindas por fuera, pero con poco apetito de invertir en su
crecimiento personal.
Toda aquella vida glamurosa sucumbió, cuando por
cosas del destino fue a parar a la cesta una cebolla, quien a pesar no ser bien
recibida por las demás, estaba dispuesta a:
·
Expandir su visión fuera de su zona de
confort.
·
Vivir por fe, no por vista.
·
Crecer en medio del cambio.
Aprender a verte a ti misma a través de los ojos de
Dios te da la tenacidad de desprenderte de todo aquello que no es parte de su
diseño original.
La cebolla, fue blanco de murmuraciones, chismes y
críticas; pero su pasión, determinación y disciplina le ayudaron a alcanzar su
propósito.
Moraleja
Muchas veces Dios nos saca de nuestra zona de comodidad
y nos rodea de personas y circunstancias incomodas, para fortalecer nuestras
áreas débiles; para manifestar habilidades de nuestra personalidad
desconocidas por nosotros mismos; para desarrollar nuestro potencial y para promover nuestra fe.
Estuvo bien que me hicieras sufrir porque así entendí tus enseñanzas. Para mí, ellas son de más valor que el oro y la plata.
Salmo 119:71-72 (TLA)
Confía en Dios y disfruta cada etapa de tu vida.
Dios puede hace mayores cosas de lo que puedas pedir o imaginar. En Él todas
las cosas son posibles.
Feliz Semana,
Sandy J