Foto: Freyja - Creative Commons |
Prefiero brillar progresivamente a través de los
huecos de mis cicatrices, que deslumbrar a costilla de la frustración e infelicidad que
suscita vivir de apariencias.
Mi amiga TRISTEZA me enseñó…
A desarrollar tenacidad, después de haber superado
procesos, donde mi contrincante pensó que había ganado por “knock-out”, pero
terminó llevándose la grata sorpresa de verme renacer cuando todo aparentaba estar
perdido.
Mi amiga AFLICCIÓN me enseñó…
El valor de la perseverancia. Cada oración elevada,
cada lágrima derramada, cada suspiro de fe, cada confesión de sus promesas,
sirvieron para desarrollar el carácter de Dios en mi vida. Su labor aún está en
proceso, pero sus frutos son incuestionables.
Cuando aprendemos a vernos en el espejo de Dios, nos
despojamos de todo aquello que sale sobrando de su diseño original.
Mi amiga PRUEBA DIFICIL me ensenó…
La efectividad de vivir una vida de gratitud. Cada
día exalto todo aquello que Dios me regala, principalmente lo imperceptible a
los ojos de los demás. Reprimo mis labios de la queja y la negatividad, porque
mis palabras tienen poder para crear y para destruir.
Mi amigo DESÁNIMO, me enseñó…
El don de la firmeza. Cuando mi adversario –el
miedo- trató de paralizarme a base de tontos argumentos; Dios me tomó de la
mano, me vistió con su manto de valentía y susurró a mi oído palabras de
victoria y liberación
Si por la noche hay llanto, por la mañana habrá
gritos de alegría. Salmo 30:5 (NVI)
Detrás de cada corazón remendado por Dios, hay
cicatrices que supuran perdón, amor, paz, gratitud, gozo y la determinación de
nunca darnos por vencidos.
Es nuestra
actitud más que nuestra aptitud la que determina nuestra altitud. Mónica
Esgueva
Las promesas de Dios no tienen fecha de vencimiento.
Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te
angusties porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré. Isaías 41:10
(NVI)
Feliz Semana,
Sandy J