Foto: hopestudios1 - Creative Common |
Una fe osada es aquella que valida la palabra de Dios por encima de la vulnerabilidad de sus emociones y la dificultad de sus obstáculos.
¿Cuántos zapatos necesitan las mujeres para sentirse
satisfechas?, preguntó el moderador. Y estas fueron algunas de las respuestas:
“Tres de cada color”,
“Esa pregunta no se le hace a una mujer…prefiero decir mi edad”, “Muchos
multiplicados X 2”, “Muchos, muchos, muchoooosss”, “Uno en cada pie”, “Mi
amor... Los zapatos son como los tacos... NO SE CUENTAN... Y NUNCA SON
SUFICIENTES...”
Lo cierto es, que importa muy poco la cantidad de zapatos
que tengas, siempre y cuando nunca falte en tu zapatera espiritual los
siguientes estilos: Unas zapatillas de ballet, unas botas de lluvia ,unos flip
flops, unos tacones altos y unas botas
de cuero con tacón de aguja al último grito de la moda.
¡¡ ¿Cómo?!! ¡¡ ¿De
qué estás hablando Willis?!!
Bueno…en este hermoso camino que llamamos “Vida”, debemos de
estar bien calzadas, para disfrutar a
plenitud del propósito perfecto que Dios ha diseñado para cada una de nosotras:
Zapatillas de Ballet: El baile es una expresión de libertad
y confianza. Cuando bailamos al ritmo del toque delicado y tierno de Dios, nuestras heridas son sanadas y
nuestras debilidades absorbidas en su poder.
En su presencia somos felices, y al ritmo de su coreografía Él renueva nuestras fuerzas.
Botas de Lluvia: Las tormentas de la vida son inevitables y
muchas veces impredecibles, por eso debemos refugiarnos en la impermeabilidad
de la Gracia de Dios. Cada prueba conquistada abre paso al crecimiento.
En su presencia somos capacitados para bailar en la lluvia y
brillar en la oscuridad.
Flip Flops (sandalias de playa): Calzado perfecto para
disfrutar de los hermosos días de playa que el verano nos regala. Exhibe con dignidad,
las cicatrices, estrías y celulitis de tu alma. Ellas son la evidencia del amor
y la misericordia de Dios.
En su presencia SIEMPRE tenemos la oportunidad de comenzar
de nuevo.
Tacones Altos: Un traje de gala, necesita la elegancia de un
para de tacones. Dios nos ha vestido de
fiesta, nos ha cubierto de favor y nos
ha coronado de misericordia; así que debemos
caminar con la frente en alto, seguras de nuestra posición. Somos
Princesas, porque somos hijas del Rey.
En su presencia nuestra verdadera identidad es revelada.
En su presencia caminamos firmes y libres de temor.