El baile de la vida es mucho más divertido cuando seguimos el ritmo de la dirección de Dios y nos movemos al compás de su aprobación, aunque nos toque dejar a unos cuantos plantados en la pista.
En un mundo donde el estrés, las responsabilidades, las preocupaciones y la ansiedad tienen dominado el baile de la vida, es vital aprender una buena coreografía para retomar el terreno perdido.
¡A ver! La rutina de hoy consiste en la secuencia de tres pasos básicos:
Paso Uno: No vivas para ser aprobado por los demás. Vive para ser aprobado por Dios.
Tratar de quedar bien con todo el mundo, aparte de ser misión imposible es una práctica que añade un nivel de estrés totalmente innecesario.
Es como caminar con unos zapatos despampanantes, que nos quedan apretados. Probablemente nadie note la diferencia, pero vamos a paso lento, con ampollas y de mal humor.
¡Olvídate de eso! Es preferible quedar bien con Dios, que quedar bien con los hombres.
No te lo he ordenado Yo? ¡Sé fuerte y valiente! No temas ni te acobardes, porque el SEÑOR tu Dios estará contigo dondequiera que vayas. Josué 1:9 (NBLH)
Paso Dos: No opines donde no tienes responsabilidad y donde no estés dispuesto a colaborar con una solución cimentada en amor.
Muchas veces pensamos que nuestra opinión es el parámetro universal y violamos los sentimientos y la integridad de los demás en honor a nuestras expectativas y a nuestros limitados patrones de pensamientos.
No te apresures a opinar por todo. Saber cuándo hablar y cuando callar es de sabios.
Paso Tres: Aprende a usar la palabra NO.
No uses la palabra NO de manera egoísta, sino como herramienta para establecer límites saludables en tu vida.
De la misma manera que cerramos la puerta de nuestra casa para que no entren los ladrones y guardamos nuestros documentos importantes en un lugar seguro, de igual manera debemos decir NO cuando nuestras prioridades, nuestra paz e integridad están en peligro.
Necesitamos límites físicos, mentales, emocionales y espirituales para defender nuestras prioridades de las constantes exigencias externas que nos desvían de nuestro propósito.
Quien te haga sentir culpable por bailar al ritmo de Dios, es el candidato perfecto para dejarlo solito en medio de la pista.
Tú das victoria a los humildes, pero humillas a los altaneros…Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército; contigo Dios mío podré asaltar murallas. Salmo 18:17,19 (NVI)
¡A bailar se ha dicho!
Feliz Semana,