Tu deseo de avanzar, debe de ser mayor que las heridas de tu pasado.
Llevaba doce años cargando el peso de una terrible enfermedad, había agotado todos sus recursos económicos buscando una cura a su mal, pero ningún doctor pudo ayudarla. Cada día que pasaba su condición empeoraba y la esperanza de recuperarse se debilitaba aún más. Pero los planes de Dios eran otros.
Cuando escuchó hablar de Jesús, su corazón se llenó de optimismo y decidió jugarse su última carta, En lo más profundo de su ser tenía la certeza de que esta vez, las cosas serían diferente. Una llama en su interior despertó algo en ella y de repente pudo ver más allá de su circunstancia,en medio de su aflicción.
Se negó a usar sus pocas fuerzas para quejarse, rendirse ante la conmiseración y mucho menos se quedó cruzada de brazos esperando que alguien resuelva su situación. Estaba consciente de que ella y Dios eran mayoría, así que programó su mente para vencer y en sus adentros dijo: “Si logro tocar siquiera su ropa, quedaré sana.” Marcos 5:28 (NVI)
Su deseo de recibir sanidad era mucho mayor que las hemorragias que padecía. Se armó de valor,con el cuerpo tembloroso salió de su casa, se arrastró entre la multitud, venciendo el temor al rechazo y extendiéndose tocó a Jesús. “Al instante cesó su hemorragia y se dio cuenta de que su cuerpo había quedado libre de aflicción.” Marcos 5:29 (NVI)
Jesús sabía el debate interno de esta mujer, quería restaurar en ella mucho más que su salud física, El quería renovar su autoestima, devolverle la pasión de soñar y hacer realidad sus anhelos. Estaba dispuesto a superar sus expectativas y traer justicia a esos doce años de maltrato y sufrimiento.
¿Quién me ha tocado la ropa?, preguntó Jesús. En ese momento ocurrió un segundo milagro. Ella cubierta en pánico dio un paso adelante, se arrojó a sus pies y le contó toda la historia. Sus temores fueron confrontados.
Caminar en fe, no es la ausencia de temor, más bien, es tomar la decisión de anclar nuestra esperanza en la verdad de la palabra de Dios, aunque el temor esté presente.
“¡Hija, tu fe te ha sanado! - le dijo Jesús-. Vete en paz y queda sana de tu aflicción.” Marcos 5:34 (NVI)
Ella no tenía nada que perder, pues todo lo había perdido. Estaba condenada al fracaso, pero se jugó su última carta y Dios premio su valentía, restituyendo en ella la sanidad física, emocional y espiritual.
“Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos.” Hebreos 13:8 (NVI)
¡Arriésgate, cree y prográmate para vencer!