En más de una ocasión me ha tocado vivir la experiencia de sentirme incomprendida tanto por mis amigas más cercanas como por mi querido esposo, que dicho sea de paso es uno de mis mayores tesoros. He tratado de expresarles lo inexplicable y he terminado recibiendo como respuesta el famoso “ok”, acompañado de una sonrisa, que podría ser traducido en estas circunstancias como: “esta mujer esta loca”.
Anteriormente estas situaciones me molestaban, pero un maravilloso día, Dios salió a mi rescate y me hizo entender que en su presencia no tengo que rebuscar la palabra perfecta ni conjugar el verbo en la persona correspondiente, porque El me entiende. Aún si no pronuncio ninguna palabra, El conoce las intensiones de mi corazón. A eso yo llamo libertad.
Muchas veces ponemos cargas difíciles de llevar, sobre nuestras relaciones con los demás y terminamos sintiéndonos rechazados y no amados; cuando la realidad es que fuimos creados con la finalidad de relacionarnos con Dios para poder compartir nuestro TODO con El, incluyendo nuestras propias incoherencias y esos sueños que talvez suenen como locura para los demás.
Dios es tu amigo perfecto. El entiende tus pensamientos, tus sentimientos, tus temores, tus locuras, tus victorias y fracasos.
No esperes más……búscalo.
